Esta historia, que sucedió en Irlanda del Norte, nos demuestra que para hacer travesuras no hay límites de edad.

Una abuela de 79 años desapareció por unas horas de la residencia geriátrica donde ella vive y para sorpresa de todos, Sadie Sallers, fue ubicada en un local de tatuajes al que había asistido junto a su nieta para hacerse un corazón en el hombro izquierdo.
Según informó el sito Daily Mirror, cuando Tony, su hijo, entró al estudio Seventy-Six, se encontró con un tatuador trabajando en el brazo de su madre y con su hija de 22 años sonriendo de felicidad.

El hombre explicó que Sadie tiene “huesos delicados” que la obligan a estar casi todo el tiempo en una silla de ruedas, “pero parece que eso no la detuvo”.
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Según Tony, su madre planea continuar pintándose la piel. Sadie, por su parte, dijo estar muy feliz con su nuevo tatuaje y que “le importa un corno” lo que opine al respecto el resto de su familia.
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