Aunque las diferencias culturales son respetables, hay prácticas que erizan el cuerpo. En Colombia las poblaciones indígenas son muchas y variadas, y por esta razón a veces se escapa de nuestro sentido común imaginarnos qué rituales realizan como parte de sus costumbres.

La BBC recogió una historia estremecedora que proviene de Colombia, del poblado indígena Embera
Allí, una bebé fue mutilada por su propia madre. “Ella vio lo que hacían las partes y no quiso estar jodiéndolas y solita lo hizo. Cortó con una tijerita el clítoris de la bebé y como que se le traspasó y le empezó a salir un chorro de sangre”, relata Laura en exclusiva para el medio británico.

Decidieron llevar a la bebé a un curandero en el Cañón de Garrapatas, a dos días de camino, en el límite entre los departamentos de Valle del Cauca y Chocó, pero la bebé no resisitó:”La niñita se murió así, vaciándole sangre, con hemorragia y ella quedó como la mamá que mató”.
La mutilación y la ignorancia
Como es predecible, la mujer no quería hacerle daño. Sólo actuaba con base en sus creencias y asumía que le hacía un bien a su bebé, “una curación”, como lo denominan los indígenas de esta zona.

En la cultura occidental se conoce como ablación o mutilación genital femenina (MGF) y está muy cuestionada en todo el mundo por tratarse de una práctica discriminatoria y sexista que atenta contra la seguridad de las mujeres.
En la legislación colombiana la muerte consecuencia de una ablación genital está contemplada dentro de ley de feminicidio de 2015. Sin embargo, es responsabilidad del Estado entender la cultura aborigen y a los individuos que pertenecen a la misma, en función de abordar esta problemática con las herramientas correctas.
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