Se desconoce en número exacto de presos que se escaparon durante la noche del 7 de junio de la prisión agrícola de Roraima, estado del amazonas brasileño. Esta prisión, la más grande del estado, aloja a criminales de organizaciones muy peligrosas.
Evidentemente, contaron con apoyo de algunos agentes de la prisión: estos dejaron abiertas las cerraduras de las celdas internas, por lo que solo debieron forzar la cerradura del portón que abre el paso hacia el patio exterior.
Además, es la segunda fuga en masa en menos de 24 horas dentro del estado, lo que evidencia una organización externa de los hechos.

Allí, un muro de 4 metros de alto es era su última barrera ante la libertad. Para superarlo, utilizaron escaleras fabricadas con materiales de construcción, originalmente destinados a una obra que se realizó recientemente dentro de la prisión.
Los guardias lograron herir y recapturar tan sólo a 4 de las decenas de forajidos.
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