Fue el 30 de noviembre de 2013 cuando ocurrió el terrible accidente: Paul Walker chocó con su auto y éste se incendió, ocasionando su terrible muerte. Él tuvo la muerte que tanto soñó: con un volante de Porsche Carrera GT en sus manos y máxima velocidad. Lamentablemente, sucedió cuando era aún muy joven y dejo atrás a su pequeña hija.
El auto deportivo, que copiloteaba Roger Rodas -piloto profesional de 38 años-, se estrelló contra un árbol y una farola para luego incendiarse. Esto explicaría la muerte del joven actor, debido a las heridas y politraumatismos causados por el impacto. Sin embargo, pasados cuatro años del accidente, su abogado confirmó que murió calcinado: “Walker quedó atrapado entre el tanque de gasolina y el motor. Respiraba. No pudo hacer nada porque estaba inmóvil, atado”.
El informe forense confirmó que en su traquea se encontró hollín, lo que pudiera significar que estuvo vivo los primeros minutos luego del accidente.
A tan solo días para el estreno, su compañero de actuación y amigo, Vin Diesel, contó que Paul soñaba con ocho películas de Rápido y Furioso. Estaría contento de saber que son diez.