Durante dos décadas, Máxima Zorreguieta ha sido la esposa del rey Guillermo Alejandro I de los Países Bajos y desde hace diez años ostenta el título de reina consorte de los Países Bajos, desde que el monarca ascendiera al trono en 2013.
Durante dos décadas, Máxima Zorreguieta ha sido la esposa del rey Guillermo Alejandro I de los Países Bajos y desde hace diez años ostenta el título de reina consorte de los Países Bajos, desde que el monarca ascendiera al trono en 2013.
Su historia de vida ha estado marcada por su origen argentino y su matrimonio con un miembro de la realeza europea, aunque inicialmente su ascendencia fue un bache que pudo superar ya que desde muy pequeña, ella apuntaba para llegar alto.
Desde su juventud Máxima Zorreguieta destacó como una estudiante ejemplar en el prestigioso colegio bilingüe Northlands en su ciudad natal. Se graduó en Ciencias Económicas en la Universidad Católica Argentina en 1995 y después cursó un Máster en Boston (Estados Unidos). Durante su época de estudiante trabajó ocasionalmente en el Mercado Abierto y en el departamento de ventas de Seguros Boston y al finalizar el máster, se fue a vivir a Nueva York donde residió hasta el año 2000.
Máxima conoció a Guillermo Alejandro de los Países Bajos cuando era príncipe heredero en la corona holandesa, en 1999 durante una feria en Sevilla, España. La relación sentimental se oficializó el 30 de marzo del 2001, con reacciones dispares debido al pasado del padre de Zorreguieta.
Su suegra, la entonces reina Beatriz se oponía a la relación, un obstáculo que superó con rapidez ya que el 17 de mayo de ese mismo año, Máxima Zorreguieta obtuvo la nacionalidad holandesa y se anunció su futura boda con Guillermo Alejandro para el 2 de febrero de 2002.
Su padre, por decisión del Parlamento holandés no pudo asistir. La boda se celebró ya que sin la aprobación del Parlamento, el príncipe no podría haberse casado con Máxima, a no ser que renunciase a su derecho al trono. Las lágrimas de la futura reina consorte en la boda generó empatía en el pueblo holandés. En su discurso, que pronunció en neerlandés, aseguró que lamentaba que su padre “hubiera trabajado con tanto esfuerzo para un Gobierno equivocado”.
Desde entonces, se convirtió en una princesa popular y de su matrimonio nacieron tres hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariane.
Hace una década ascendió al trono: el 30 de abril de 2013 la reina Beatriz abdicó y su hijo Guillermo fue coronado. Con ello, Máxima se convirtió en la reina consorte de los Países Bajos.
Ahora, además de sus compromisos como reina consorte, los cuales cumple a cabalidad, Máxima Zorreguieta está ante un nuevo desafío. Preparar a su primogénita, Amalia, para convertirse en un futuro en reina de los Países Bajos.
En medio de esta labor que desempeña junto a sus deberes protocolares, lo que más desea es que su hija sea feliz. Y el problema es que para ser feliz ayuda poder elegir lo que uno quiere ser y no obedecer a un destino marcado. Por eso, Máxima se ocupó y preocupó para que Amalia tuviera una vida común dentro de un destino excepcional.
Amalia ha tenido una educación de altura en la que no ha sido privilegiada por su condición de heredera de la corona, pero junto a su madre pudo salir airosa de una dura situación que ocurrió cuando cumplió los 18 años y varios medios la convirtieran en objeto de bullying y body-shaming, algo que ella nunca respondió.
A los 18 años Amalia pasó a cumplir funciones oficiales como miembro del Consejo de Estado. Su primera decisión sorprendió por sabia y prudente. Le envió una carta manuscrita al primer ministro de su país, Mark Rutte, por la que renunció a los 296.000 euros anuales que le correspondían por derecho en concepto de gastos de representación, oficinas, personal, seguridad por el tiempo que se prolonguen sus estudios. Gesto que sin dudas fue avalado por sus padres.